Y cuando se van a cumplir casi 3 meses de mi estancia en tierras danesas, creo que ya estoy en posición de hacer una primera valoración de lo que está siendo mi vida aquí en Brenderup y cómo va mi proyecto de EVS. Eso, claro está, de una manera resumida ya que, por fortuna, estos primeros meses aquí han sido bastante intensos.
Lo primero, creo que os debo una pequeña explicación acerca del proyecto, mi trabajo, y el lugar en el que vivo, que en mi caso, es el mismo espacio; Brenderup Hojskole. Son un tipo de instituto (folk danés) de educación no formal (y por tanto, no reglado) con un sistema educativo alternativo y más personal, lo cual les caracteriza de tal modo que tienen gran reconocimiento no solo a nivel nacional, sino a nivel mundial. Solo existen Hojskole en Dinamarca (con alguna excepción en Suecia, Noruega, y algún nuevo proyecto en otros países, aún por consolidarse) y sus más de 150 años de historia, son todo un aval.
Son también conocidos como ‘Escuelas de Vida’, pues es eso de lo que se nutre este sistema. Un tipo de educación para la vida, útil y con impacto. Lo que busca es el desarrollo y la autonomía de las propias persona a través de un sistema educativo personalizado, cercano, y más humano. Es decir, una educación que busca crear ciudadanos antes que a profesionales, sentar unos principios y unos valores, algo que bajo mi punto de vista no está demás en unas sociedades donde el capitalismo ha calado hasta lo más profundo de nuestra cultura y, por consiguiente, mermando toda (o casi toda) parte de humanidad de la misma y tratar de ayudar a las personas a encontrar su camino.
Para que nos entendamos, es una especie de albergue pero con un enfoque más educativo y formativo, donde los estudiantes son mayores de edad (en este caso, teniendo desde 18 hasta ∞), y vienen de todos los países. Este es uno de los puntos fuertes y más enriquecedores del lugar: el enfoque intercultural y choque cultural . Estudiantes de Japón, Nepal, Francia, Dinamarca, Siria, Irán, Afganistán, Groenlandia, etc. conviven, estudian, discuten, ríen… 24h juntos Unos vienen porque conocen este tipo de institutos, otros son enviados por el gobierno danés por diversos motivos (refugiados políticos de otros países en conflicto, derivados de lo que serían los asuntos sociales, etc.)
Sobre los contenidos educativos, ofrecen varias posibilidades para que adaptes el curriculum a tus intereses: fotografía, conocimientos globales, políticas internacionales, stop motion, idiomas (danés, español), música y estilos de música, pintura, reciclaje, diseño de ropa reciclable, alimentación saludable, etc. Adaptas las optativas según qué quieres aprender.
A parte de todo esto, el deporte, y la música están a la orden del día. Algo que caracteriza a los Hojskole es que diariamente se cantan canciones antes de comenzar las clases. Todo alumno cuenta con un libro de canciones clásicas, danesas e inglesas, y cantan juntos mientras el ‘profe’ de música toca el piano. Muy idealizado todo… pero es muy divertido y alegre. What a wonderfull world o Let it be, son algunas de ellas. Las clásicas danesas aún no las controlo jejeje.
Los recursos en cuanto a infraestructura es excepcional. (Lógico por otra parte, contando con que poco hay que hacer en los aledaños del lugar, debido al frío y a la poca vida que alberga este pequeño pueblito.) Gimnasio, sala de música con TODO tipo de instrumentos, sala de fitness, sala con billar, futbolín, proyector, discoteca, incluso hay una sauna. Todo para que el alumno se centre en su bienestar físico y mental, a través de la socialización con otros. Pero no todo es ocio, pues también tienen sus responsabilidades. Una vez por semana, por grupos, ayudan a recoger el comedor y la cocina, a parte de ocuparse de su ropa, respectivos cuartos, organizar actividades para los demás, etc. Más adelante, os contaré algo más sobre mi opinión particular y mi experiencia aquí.
Básicamente, eso es Brenderup Hojskole. Un pequeño mundo dentro de un pequeño pueblito danés. Porque, ciertamente, esto es un pueblo. No somos más de 1000 habitantes aquí, y lo cierto es que no existen muchos lugares públicos en los que socializar con los lugareños y las lugareñas. Dos supermercados, un establecimiento de comida rápida, un quiosco, y poco más. Eso sí, cuenta con un espléndido polideportivo y campos de fútbol, donde por suerte puedo entrenar y jugar con el equipo de fútbol local, lo que me está permitiendo conocer otras personas fuera de la escuela (puxa I.F. Brenderup). Sin duda, lo mejor de la zona es el entorno natural que la rodea; bosques pino, robles, hayas, etc., campos, granjas, y el mar del Norte, constituyen un paisaje de ensueño. Más aún, en estos días de Octubre, donde los árboles visten desde mi punto de vista sus mejores galas, antes de quedarse completamente desnudos por el invierno. Invierno que comienza a acecharnos, de momento con más agua y viento que frió, pero tiempo al tiempo… Lo peor, según cuentan los más antiguos, suele llegar en Enero y Febrero.
En cuanto al danés, el idioma, siendo optimista…imposible. En verdad, aún no he comenzado con las clases, estoy en trámites para su solicitud, pero no se yo la paciencia que tendré.
¿Y qué pinto yo en todo esto?. Pues en la escuela, como tareas más específicas son las clases de deportes y actividades al aire libre (que la escuela es maravillosa, pero como os decía, sus alrededores también los son) y fitness/jogging. Por otro lado, en alguna ocasión también me toca echar un cable en las clases de Global Understanding, en las cuales si he de ser sincero me gustaría poder participar más activamente. Por otro lado, organizar y dinamizar diversos grupos de interés; en los 2 primeros meses, eran fútbol y clases de español, y ahora fútbol y estoy intentando (y humildemente creo que se va consiguiendo) formar un grupo de cineforum. Todo esto, aderezado con un sinfín de meetings, regados con café y surtidos con pan. En realidad, aquí somos libres para proponer, sugerir, y plantear cualquier actividad que consideremos. Es más, esto es un rasgo cultural muy importante aquí en Dinamarca. En la mayoría de centros de trabajo en general, y en estas escuelas en particular, no esperes tener a nadie encima diciéndote una y otra vez lo que tienes, cómo lo tienes, y cuándo lo tienes que hacer. Me imagino que ahí sabéis a lo que me refiero, ¿no?. Este modus operandi, que al principio he de reconocer me asustó un poco (¿qué diablos tengo que hacer yo?), ahora me está confirmando que el trabajar tranquilo, sentir la confianza y el apoyo hacen que puedas dar lo mejor de ti, por encima de la presión constante, el agobio y el «latigazo».
Pero también queda tiempo para el ocio personal. En mi caso, a parte del fútbol, paseos por el bosque, la playa, tanto a pie como en el transporte nacional (para el que no lo sepa, la santa bici), constituyen mis principales fuentes de entretenimiento. Vale, sí, también algunas cervezas caen aquí en la escuela. Que como bien decía mi sabio padre, hay tiempo para todo.