¿Cuántas veces nos preguntamos qué más podemos hacer para ayudar a las personas que queremos, o para lograr que se cuiden más, hagan cosas más saludables o se impliquen en menos riesgos?
Pues bien, en muchas ocasiones lo mejor que podríamos hacer es hacer menos y simplemente estar. Estar plenamente con ellos en los momentos que compartimos y sencillamente escuchar. De esta manera, si lo hacemos durante suficiente tiempo y de manera frecuentemente permitiremos que estas personas nos cuenten lo que realmente les mueve y preocupa. Y ese proceso de abrirse de verdad sin sentirse juzgado aportará más a su bienestar que todos los consejos y recomendaciones (o riñas) que podamos hacerles. Así dicho parece sencillo, pero en realidad no lo es. Vencer nuestro impulso de opinar, aconsejar y guiar es difícil. Mucho más si en el proceso aparecen emociones incómodas para nuestros hijos o para nosotras mismas. Pero sostener estos momentos, donde estamos presentes para la otra persona dejando espacio para que se exprese y exprese las emociones que sienta sin prisas para regularse es, en sí mismo, sanador.
De esto y de muchas cosas más hablan Patty Wipfler y Tosha Schore en su libro “Listen”.